Segundo mes consecutivo en que ocupa mi primera plana en este espacio.

Sí, el lector consistente se tiene que haber dado cuenta. Es que aquí viene de nuevo Elon Musk…

El empresario sudafricano anunció el viernes 12 de mayo de 2022 que suspendía de manera provisional la compra de Twitter, por la que se estimaba pagaría 44.000 millones de dólares, a la espera de detalles sobre la proporción de cuentas falsas en la red social. La acción de Twitter bajó un 20% en los intercambios electrónicos previos a la apertura de la bolsa: se situaba en algo más de 36 dólares a mediodía, muy por debajo de los 54,2 dólares por acción, propuestos por Musk. Las acciones de Twitter y de Tesla se movieron en forma divergente: las de la red social bajaron 18%, las de la automotriz que sería un vehículo para financiar la adquisición, ganaron un 5%. Musk ha hecho de la erradicación de cuentas falsas, la transparencia de los usuarios y la libertad de expresión banderas que justifican su compra.

Al presentar sus resultados del primer trimestre, Twitter reconoció que desde el primer trimestre de 2019 y hasta el cuarto trimestre de 2021 había sobreestimado el cálculo de sus usuarios diarios activos monetizables en casi dos millones de cuentas. Se trata de la segunda ocasión en la que Twitter admitió un error de cálculo, ya que en 2017 descubrió que había sobreestimado sus usuarios activos durante tres años.

La primera pregunta está relacionada con la operación de Twitter y de los mecanismos de gobernanza de la empresa. ¿Cómo pueden ocurrir estos errores en una empresa cotizante en el mayor mercado de capitales del mundo? Porque hay que ver que se puso en una posición equívoca a directores, ejecutivos e inversores durante mucho tiempo. Remarquemos que en ambos casos la cosa se extendió por tres ejercicios consecutivos. Claramente la auditoría interna no funcionó. Claramente la auditoría externa no supo descubrir la situación, ni hablar de entender la causa. Nunca se llegó a informar si se han tratado de errores bona fide o de la intención de cometer un fraude por algún propósito posible.

La segunda pregunta se refiere a la gobernanza del mercado de capitales de los EE.UU. El tuit de Musk (ingenuo o intencionado, ¿quién lo podrá determinar?) redujo el valor para los accionistas (y el costo de adquisición para Musk) en USD 8.800 millones. Habría que preguntarse si el comportamiento es admisible, si habrá que regular también las manifestaciones de las partes durante un período que claramente es de due dilligence y en que se debería guardar confidencialidad en cuanto a los hallazgos de los profesionales que actúan. ¿Cómo será el comportamiento de la acción de Twitter en los próximos días? ¿Qué daño se habrá hecho al negocio y qué daño se podría causar si Musk desistiera de la oferta o la modificara?

Ya vimos que Musk andá un poco a los tumbos por los suburbios de Berlín. ¿Estará también desorientado en Nueva York?