El segundo panel de la X Convención Anual del IGEP nos dio una visión de la situación de los institutos de directores del mundo y la evolución hacia una identidad global de los directores de empresa.

Como introducción al debate, el actual presidente de la red global GNDI, el canadiense Rahul Bhardwaj, nos dio un mensaje en el que mostró como ejemplo los avances de su institución local a lo largo de sus 40 años de existencia. En sus inicios apenas un grupo homogéneo de expatriados británicos, abogados y contadores, hoy es una realidad de más de 15.000 directores diversos, buscando el bien del país y liderando la red global.

La importancia de la contención de los propios directores agremiados y la consciencia de prácticas comunes en todo el mundo sirven de apoyo a una práctica cotidiana que es cada vez más compleja. El largo plazo nunca fue tan importante como ahora, en un presente tan complejo, y los directores son los guardianes del largo plazo. Los institutos de directores, en consecuencia, son un actor central en la creación de un mejor país y, por extensión, de un mejor mundo. Tenemos que brindarles a nuestros directores miembros las herramientas para su liderazgo y la contención que les dé soporte. “Piensa globalmente, actúa localmente” es nuestro credo en el GNDI.

 

Pedro Melo, CEO del instituto brasileño, nos compartió la experiencia de su organización a lo largo de sus 25 años de vida. En los últimos 5 años se realizó un profundo trabajo de planeamiento estratégico que derivó en una nueva imagen y propósito del instituto. La clave estratégica actual consiste en un viraje de la mirada del instituto. Lo que antes se concebía como una actuación desde los directores hacia la sociedad en general, con el advocacy y la influencia en el contexto como centro, ahora se centraliza en las actividades del instituto hacia dentro, hacia los propios socios.

Una de las primeras consecuencias de este giro fue la de concebir un instituto absolutamente digital, acelerado por la pandemia, con servicios on line a sus miembros. Un segundo eje central es el compromiso con la diversidad en los directorios, empezando por el del propio IBGC. Y el tercero es la mayor raigambre local de los capítulos que tiene el instituto en cada región del país.

 

Fernando Igartua Arregui, presidente honorario del instituto español, remarcó ante todo la importancia principal que tiene la propia existencia de los institutos de directores, así como la preservación de su real independencia. En su opinión, son estos actores los que están comprometidos verdaderamente con la gobernanza corporativa y por ello deben asumir el compromiso de estar a la vanguardia. Esto se debe a que los institutos defienden a las empresas per se, sobre todo respecto de los accionistas y otros actores que buscan influir sobre ellas. En ese sentido, señaló que los institutos que aceptan empresas como socios tienen más dificultades para mantener esa independencia (el español no las acepta).

Los institutos deben asumir el desafío de ser cada vez más influyentes. Ya tenemos la ventaja de ser influyentes porque “somos los únicos que decimos la verdad” desinteresadamente y eso mismo genera influencia. Pero, a su vez, tenemos la obligación de tener opinión sobre nuevos temas muy complejos sobre los que debemos pronunciarnos. Por ejemplo, en Europa se vienen nuevas regulaciones, blandas o duras, acerca de ESG (ambiente, sociedad y gobernanza). Los institutos tendremos la obligación de pronunciarnos acerca de si esas regulaciones aportarán la necesaria claridad en cuanto a las obligaciones y grados de libertad de los directores, si éstos tendrán que guiarse por su propia concepción del ESG o por parámetros objetivos, etc. Tendremos que actuar en esa deliberación pública.

Por último, hay un par de cuestiones que deben ser aclaradas legalmente en todo el mundo. La primera: ¿qué tipo de obligación tiene un director nominado por un accionista con ese accionista? ¿Puede compartir información o no? ¿Se debe avanzar como quieren hacer los EE.UU. hacia una regulación que exija que los directores de empresas cotizantes deben ser personas legales? La segunda cuestión que exige definición legal es qué obligaciones tiene un director de una empresa que es parte de un grupo con el interés del grupo, cuando éste confronta con el interés de la empresa. Estas dos cuestiones, que están emparentadas, tienen que ser definidas legalmente. De lo contrario, los directores nos vemos sometidos a un riesgo que no podemos administrar.

 

Alfredo Enrione, profesor del IESE en Santiago, es el fundador del nuevo instituto chileno, formado recién en 2019, a pesar de la profundidad del mercado de capitales local. Su amplia trayectoria académica previa les hizo ganar un lugar como representantes de la voz de los directores en el ámbito local de los negocios. Apuestan fuertemente a la inserción global del Círculo de Directores porque saben que una de las tres fuerzas de convergencia hacia las buenas prácticas, junto con la regulación y la formación de los directores, es la imitación. Y ésta se da en contextos de pares como los institutos nacionales y globales.

 

Les preguntamos luego: ¿Qué nivel de influencia real ejerce hoy la comunidad global de directores sobre los directores a nivel individual, en cada uno de sus países?

En Chile, la influencia está a nivel de discurso aun, no tanto a nivel de prácticas. Pero no hay que despreciar ese nivel de influencia, porque muchas cosas empiezan en el discurso y terminan siendo reales. En Brasil, pasa algo similar, aunque depende mucho del tamaño de las compañías. Al fin de cuentas, las obligaciones regulatorias, en cada nivel de empresas, son las que mandan y es en ese plano que se definen las cuestiones.

En España, se notan dos niveles. En primer lugar, hay una enorme influencia de los institutos sobre los reguladores, puses estos saben que somos los que estamos a la vanguardia y nos consultan en primer término, al mismo tiempo que a las principales organizaciones empresariales. Esta palanca de los institutos sobre los reguladores es muy poderosa y el instituto que no la esté aprovechando lo debe hacer de inmediato. La otra fuente de influencia es que los reguladores consideran que los institutos de directores somos una correa de transmisión de los inversores institucionales, que son cada vez más activistas y publican sus políticas (caso BlackRock). En segundo lugar, la influencia de los institutos sobre los directores a nivel individual es mucho menor. Somos una influencia teórica, pero en la práctica no siempre se pueden implementar las ideas y la realidad predomina.

La certeza de vivir insertos en una comunidad global con nuestras mismas preocupaciones y a la que podemos acudir como fuente de  contención e inspiración es la mejor enseñanza que nos dejó este rico panel.