Por Juan Iadanza y Guillermina Rocabado Castro, socios del IGEP.

¿Es el directorio efectivo una tendencia o un pilar permanente?

Sabemos que las principales tendencias globales en gobernanza evolucionan constantemente. Sin embargo, el concepto de “directorio efectivo” no figura como una tendencia en sí, no es una moda: es un pilar estructural. Una tendencia implica dirección de cambio y adaptación a entornos dinámicos. En Argentina, inclusive se habla de un cambio de época: reformas normativas, transformaciones profundas en el modelo político, económico y social. Entonces, ¿por qué insistir en hablar de directorios efectivos? No porque se trate de una moda sino porque son principios permanentes, pilares que sostienen el desempeño estratégico, ético y profesional de las organizaciones. No responden a coyunturas, responden a la necesidad de coherencia, integridad y visión.

ESG/ASG: una tendencia consolidada como buena práctica.

Las políticas ASG (Ambiente, Social, Gobernanza) se han convertido en un estándar de gestión responsable. En este artículo nos proponemos centrarnos en la “G” de Gobernanza y preguntarnos: ¿Qué hace a un directorio verdaderamente efectivo? ¿Poseen las competencias necesarias para interpretar el entorno cambiante y tomar decisiones estratégicas? Un directorio efectivo no solo cumple con marcos normativos: sabe leer el oleaje del entorno, “surfear” eligiendo la ola adecuada y mantener el equilibrio entre resiliencia y crecimiento. A la vez integra en sus procesos decisorios los factores organizativos, culturales y humanos.

Problemas frecuentes en directorios de empresas y organizaciones

En empresas de todo tipo y tamaño -incluidas muchas PYMES- es común encontrar directorios que cumplen funciones formales, pero carecen de impacto. Entre las causas más recurrentes, se destacan: Falta de criterios compartidos sobre qué significa “ser efectivos”: se trata de eficiencia y eficacia, y también visión, coherencia y capacidad de anticipación. Tensión entre lo operativo y lo estratégico. Diversidad sin preparación para la deliberación estratégica. Directorios que reaccionan tardíamente ante las crisis.

¿Qué significa ser efectivo?

En administración, “efectivo” no es simplemente quien obtiene resultados, sino quien los alcanza de manera adecuada, oportuna y con sentido estratégico.

Herbert A. Simon, en El comportamiento administrativo, retoma la definición del término en inglés—effective: successful in producing the intended result—y considera la eficiencia y la eficacia como conceptos fundamentales de su teoría administrativa. Aunque no los denomina “principios” en el sentido clásico, los aborda como criterios clave de decisión dentro del comportamiento organizacional. En este marco, la eficacia se convierte en el criterio principal: ¿la decisión cumple con el objetivo? La eficiencia lo acompaña: ¿se logró con el menor costo posible? De ahí la advertencia habitual: “no hay nada más inútil que hacer eficiente lo que no debería hacerse en absoluto”.

Aunque estos conceptos son bien conocidos en el ámbito profesional, resulta pertinente revisitarlos brevemente para situar con claridad el enfoque que aquí adoptamos: Eficacia: capacidad de alcanzar los objetivos deseados. Eficiencia: capacidad de lograr esos objetivos utilizando el mínimo o el óptimo de recursos. Efectividad: integración equilibrada de eficacia y eficiencia, aplicada a decisiones que sostienen el propósito institucional.

Un directorio es efectivo cuando toma decisiones que cumplen los objetivos estratégicos de la organización, optimizando tiempo, recursos y capacidades. Pero su efectividad no se limita a lo técnico: se expresa también en la profundidad con que comprende el entorno, la cultura organizacional y la responsabilidad ética de decidir en nombre de todos.

¿Qué tipo de ser humano requiere un directorio?

 La empresa no habla ni actúa ni decide si no es por interpósitas personas en el ejercicio de sus roles corporativos.”, (p.44) – sostiene S. Gallichio en su libro La empresa como persona (2024). El director ya no representa al propietario ni a intereses particulares. Es tutor del bien común que representa la organización, y debe contar con competencia, tiempo y autonomía para ejercer su rol.

Quiénes lograron crear un directorio efectivo siguieron ciertos pasos: Reflexionaron cuidadosamente sobre la función de alta dirección, así como la del propio directorio; elaboraron objetivos y plan de trabajo para el propio directorio; definieron sus funciones específicas con metas claras.

Diversidad: ¿riqueza o ruido?

La diversidad efectiva no es solo inclusión. Es competencia, compromiso y visión compartida.

Cuando los miembros priorizan lealtades externas el directorio pierde efectividad en su rol deliberativo y estratégico.

¿Un algoritmo con derecho a voto?

En 2014, Deep Knowledge Ventures incorporó a VITAL un algoritmo con voto en su directorio. Sus primeras recomendaciones: invertir en compañías que conceden más autoridad a algoritmos. ¿Nepotismo digital? El filósofo Yuval N. Harari en su libro Homo Deus (2016), refiere este caso

(p.354) señalando que incluso los directores pueden ser sustituidos para advertir: “El problema crucial no es crear nuevos empleos, el problema crucial es crear nuevos empleos en los que los humanos rindan mejor que los algoritmos” (p.358). Entonces lo que nos ocupa es cómo convertirse en un nuevo director humano que rinda mejor que los directores algoritmos.

Aun con todo su poder de cálculo la inteligencia artificial, por mas sofisticada que sea, no puede replicar ciertas capacidades humanas esenciales para la dirección: imaginación creativa, fe en escenarios inciertos, intuición, juicio ético y gestión emocional.

Factores clave de un directorio Efectivo:


Nuestra invitación desde el IGEP:

Redefinir la efectividad desde una mirada integral. Combinar herramientas, cultura y propósito. Articular tendencias internacionales y realidades locales e interrogar desde lo que sabemos que ignoramos: ¿Cómo medimos la efectividad? ¿Que bloquea o potencia al directorio? ¿Qué rol jugamos como miembros del IGEP?

Reflexión final: La efectividad directiva no comienza en el tablero, sino en el espejo.

En el gerenciamiento sabemos que el punto de partida es el proceso decisorio que conduce al desempeño ejecutivo. Pero detrás de toda técnica, detrás de cada modelo, hay una dimensión más profunda: la del SER.

Como enseña El arte de la guerra, atribuido a Sun Tzu: El general sabio empieza por sí mismo. No hay ruptura entre sus palabras y sus actos. Así, actúa desde su propio terreno de fuerza. En la dirección estratégica, esa coherencia interna es lo que transforma la técnica en sabiduría, y la acción en liderazgo.

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