Por Alejandro Marchionna Faré, Secretario y Director Académico del IGEP

En el IGEP siempre hablamos de tres niveles que necesitan tener en cuenta los principios y las reglas de gobernanza. La mayor parte de nuestros programas y otros programas de formación, tanto en la Argentina como en el exterior, ponen mucho énfasis en dos de esos niveles: directores y ejecutivos. Nosotros hemos lanzado el DEF Director de Empresa Familiar – del que ya se han graduado tres camadas – para cubrir buena parte de la problemática de dirigir una empresa en el contexto de su control por parte de una familia.

Hay uno de los niveles con los que analizamos la gobernanza de las empresas que, por una razón u otra, no se siente tan llamado a formarse en temas de gobernanza: accionistas y dueños. La experiencia sugiere, sin embargo, que las cosas no funcionan bien en una empresa si no entienden de gobernanza quienes eligen a los directores y tienen muchas veces mucha influencia en el nombramiento del equipo gerencial. Estos son los accionistas en empresas de estructura de capital más fragmentada o los dueños en etapas iniciales.

Efectivamente, imaginemos el caso de un dueño que ha profesionalizado la gestión de la empresa y cree que debe seguir adelante con el proceso. Toca profesionalizar al Directorio. Entonces nombra a cuatro personas, dos que son familiares suyos y dos que son gerentes de la empresa. Cuando se realizan las reuniones, el Directorio sólo funciona como una instancia de confirmación formal de las decisiones que el dueño ya ha tomado por su cuenta y que incluso puede haber comunicado de manera invasiva al propio equipo gerencial sin haber prevenido al CEO recién nombrado. De un plumazo, el dueño desarma un paciente trabajo de diseño y de armado de una estructura gerencial para sucederlo en la gestión y condena a la inutilidad al Directorio.

Tampoco la pluralidad de accionistas garantiza un buen gobierno de la sociedad. Varios accionistas pueden pretender estar en el Directorio para garantizarse la defensa de sus intereses. Los conflictos entre accionistas se pueden dirimir en el Directorio, que es el campo de batalla equivocado para resolverlos. Los accionistas-directores pueden comunicar visiones contradictorias al equipo gerencial y confundir aún más a quienes tienen la misión de gestionar el día a día.

Nada de esto ha ocurrido nunca ni ocurrirá de nuevo…

Para tratar de cubrir el vacío de formación, el IGEP lanzó en el primer semestre su programa más reciente, el FAD – Formación de Accionistas y Dueños, un programa bien orientado a pensar la empresa, su gobierno y la sucesión en la propiedad desde la perspectiva de quienes ejercen el control de su capital. La primera camada terminó sus actividades en el mes de agosto de este año con un alto nivel de satisfacción por parte de los cursantes y siguiendo la tradición del Instituto será objeto de nuestra visión de mejora continua del programa.

Las personas que cursen el FAD y el DEF en sucesivos semestres completarán la Diplomatura en Empresas Familiares en el entorno de aprendizaje del IGEP.

Esperamos que más dueños, accionistas y eventualmente sus hijos comprendan la importancia de esta formación para asegurar el desarrollo a largo plazo de sus empresas.

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