2020 ha sido, sin duda, un año bisagra para el mundo entero. La pandemia contribuyó a acelerar tendencias que ya estaban en marcha en distintos sectores de la sociedad, pero también puso en evidencia las enormes deficiencias y deudas pendientes de nuestras democracias. En el mundo empresarial, también tuvo su efecto y empieza a percibirse un consenso tácito en torno al papel fundamental que nos toca en la construcción de un futuro mejor, más justo e igualitario. Los líderes empresariales del siglo XXI debemos reconocer nuestra responsabilidad como actores de un ecosistema social mucho más amplio y adoptar un papel activo y positivo en la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales que aquejan a nuestras sociedades.
Cabe preguntarse entonces cuál es el papel, cuál es el rol público e institucional del empresario. Una reciente encuesta de la revista Imagen a un grupo de 70 comunicadores, empresarios y políticos de Argentina, dio como resultado una frase casi unánime: “los empresarios tienen que salir a hablar”. A diferencia de otras crisis, actualmente una parte importante del sector público y de la sociedad ve en la reducción de la actividad privada una solución a la profunda crisis económica y social que está viviendo nuestro país. Hay una idea muy básica que opera detrás de esta creencia: achicando el sector privado e incrementando el Estado se suma poder político y, con mayor poder político, se resuelven la mayoría de nuestros problemas. Sin embargo, sabemos que no es así.
En este contexto, resulta fundamental que el sector privado se involucre en el debate público de manera personal, informada y comprometida. Este compromiso no implica solo lo que comunicamos públicamente. La comunicación tiene múltiples dimensiones, y quizás la más importante sea cómo nos comportamos, el modelo que encarnamos. Es mucho más importante ser coherentes entre lo que decimos ser y lo que realmente somos y hacemos, que lo que podamos llegar a transmitir en nuestras apariciones públicas. Los líderes empresariales hoy tenemos el desafío de incluir en nuestra agenda la construcción de una nueva mirada sobre nuestras empresas y su impacto en la economía y la sociedad.
Somos todos parte de un ecosistema en el que lo que hace uno impacta en los otros,el que, para que funcione correctamente, debe estar en equilibrio. Esto significa claramente que cada uno debe ocupar su espacio. Los empresarios tenemos que empezar a pensarnos más como parte de este ecosistema y menos como piezas individuales de un sistema fragmentado. Y si entendemos que somos parte de un ecosistema, vale la pena preguntarnos también qué forma de poder ejercemos, para entender cómo podemos mejorar nuestra performance dentro del propio ecosistema de cara al futuro.
Aún falta mucho por hacer y estoy convencida de que el Covid-19 es una enorme oportunidad para replantearnos nuestra función como parte de la sociedad, para poder defender nuestra posición y espacio. Los líderes empresariales hoy, más allá del corto plazo, reconocen su papel fundamental en la remodelación del futuro y asumen su responsabilidad en abordar problemas de la sociedad. Se ha trazado un nuevo rumbo para la comunidad empresaria y es tiempo de asumir nuestra parte para luego poder exigir lo que esperamos de los otros, de modo tal que la sociedad funcione en armonía y crecimiento, como todos finalmente anhelamos.
La autora, María Laura García, es fundadora y presidenta GlobalNewsGroup, presidenta de World Media Intelligence Association y miembro del Board de Voces Vitales Cono Sur. Graduada DEP XXI IGEP 2019