La última vez que subí al atril del salón de actos de la Bolsa fue en la VIII Convención, la última presencial que se hizo en 2019 antes de la pandemia del Covid-19.

Me tocó el rol de conductor en la IX, primera Convención virtual; y en la X también virtual me reemplazó con solvencia Luis Rodríguez Villasuso, nuestro vicepresidente.

Este año Luis estuvo a cargo de coordinar el tercer y último panel, con lo que volví al atril. Que, tengo que decirlo, es un lugar privilegiado para observar la Convención.

¿Qué vi en la XI Convención desde allí?

Por empezar vi un auditorio con pocos claros y con una presencia permanente de la enorme mayoría de los asistentes.

Vi también un seguimiento con interés de parte de la audiencia, notablemente de los panelistas que ya habían completado su participación en su respectivo panel, pero se quedaban para escuchar a los panelistas siguientes con atención, incluso con preguntas muy atinadas.

Pude sentir que había ganas de salir a charlar y compartir opiniones en el pasillo, además del buen café y el excelente catering que tuvimos. Las fotos muestran que hubo muy cálidos y fructíferos encuentros en la previa. Encontrarnos cara a cara fue uno de los grandes elementos de esta Convención.

Tengo que decir que me resultó difícil tener en mente a quienes participaban por streaming de las discusiones y debates. Claramente la interacción con esa audiencia, que este año era nueva, es algo que tendremos que mejorar en el futuro.

Quien ocupe el atril en la XII Convención, tendrá que balancear su atención entre lo que ocurre en el salón de actos de la Bolsa y la audiencia virtual que sin dudas irá creciendo para hacer un evento regional y global. Ya se me han ocurrido varias ideas que espero podamos poner en práctica.

Nos vemos en 2023.