Empezamos este cuarto año de edición de nuestro órgano mensual Newsletter y aprovechamos para renovar su formato. Como seguramente estarán observando, el IGEP está incrementando fuertemente sus actividades en toda la Comunidad y también en el grupo de Socios Activos. Nuestro staff se ha incrementado para poder dar una respuesta que les agregue valor a todos nuestros colegas y creemos que hemos hecho importantes avances en ese sentido y seguiremos haciendo más, seguramente.
Este año hemos decidido finalmente hacer foco en las empresas familiares. Al exitoso Taller "Repensando las empresas familiares." La gestión de la empresa familiar que dimos este mes con 18 participantes, se sumará en breve la primera Camada del Programa DEF (Director de Empresas Familiares). Y en la segunda parte del año esperamos lanzar la primera Camada del Programa FAD (Formación de Accionistas y Dueños). Un ambicioso programa de actividades centrado en este tipo de organizaciones. Por eso creemos que vale la pena hacer algunas consideraciones sobre el asunto, a los ojos del IGEP.
El foco en empresas familiares tiene dos aspectos divergentes. Por una parte, sin dudas las empresas familiares, en el contexto argentino, son sumamente relevantes. Solemos muchas veces hablar de PyMEs para referirnos a empresas que son mucho más que medianas: son grandes empresas familiares locales que, por no ser ni multinacionales ni cotizantes en mercados de valores, suelen ser incluidas en un universo como el PyME que no las representa cabalmente. Para estas empresas se suele guardar el calificativo de “familiares”, en oposición a “cotizantes” o, más genéricamente, empresas con sistemas organizativos y operativos de estándar internacional.
Pero hay otro aspecto que es divergente porque concluye en una advertencia y nos recomienda un cuidado. Y es que estamos obligados a mirar a todas las empresas, sin excepción, bajo un mismo estándar: los principios del gobierno corporativo son únicos para todo tipo de empresas. Si bien hay grados de desarrollo en gobernanza y de madurez, de acuerdo a la historia, tamaño, tipo de actividad, estructura del capital y varios factores más, todos los cuales justifican el diferenciar las exigencias y regulaciones más razonables para cada segmento, crear departamentos estancos es un peligro que se debe evitar, y mucho más para un instituto de gobernanza. No podemos caer en la tentación de pensar que hay “cosas que no aplican ni aplicarán nunca a nuestro contexto local”, como se suele escuchar a menudo. Esta advertencia es la que nos hizo ser precavidos y demoró nuestra entrada en el mundo de las “empresas familiares": no queríamos dar una falsa señal.
Con estas aclaraciones hechas, vale la pena hacer distinciones en las diferencias de gobernanza que se encuentran en los distintos segmentos de empresas. Los sistemas de gobernanza de las familiares suelen diferir de manera sensible de los estándares de las multinacionales, y esta distancia es la que justifica, para muchos, la necesidad de tratarlas de manera específica, como decíamos. Este tratamiento diferencial entre las empresas familiares y las multinacionales se da en la mayoría de las economías emergentes. No se da, en cambio, en las economías más desarrolladas, en donde las diferencias se suelen establecer en función de otras características: empresas tradicionales, start-ups tecnológicas, empresas B, por nombrar casos.
Nuestro universo empresarial argentino parece más bien separado en función de la siguiente terminología usual: empresas “multinacionales”, empresas locales “cotizantes” (también suelen ser familiares en su grupo de control), empresas “familiares” cerradas (medianas y grandes) y “MiPyMEs” (también familiares).
Las multinacionales no tienen un sistema de gobernanza autónomo, ya que sus boards no toman decisiones estratégicas sino que funcionan como apéndices estratégicos de sus headquarters, aunque importan sistemas de compliance de máxima jerarquía internacional. Vale recordar que el compliance NO es toda la gobernanza y que las multinacionales, si bien lucen aggiornadas en cuanto al control, no cumplen con ciertos estándares centrales de gobierno corporativo, como son las exigencias de independencia de sus boards, por caso.
Las empresas locales cerradas cotizantes suelen tener el alcance completo de las exigencias de gobierno corporativo. Sin embargo, en un mercado de capitales como el nuestro, que es muy subdesarrollado y sin inversores institucionales que ejerzan una presión suficiente como para transformarlas, no se vean obligadas a estándares demasiado elevados y queden más bien limitadas a exigencias formales del regulador que se cumplen solo demostrativamente.
Las empresas familiares grandes, por su parte, no están alcanzadas por exigencias de gobierno corporativo, pero muchas veces suelen acercarse a ellas en busca de profesionalismo y para poder establecer sucesiones generacionales de dirección. Los elementos de gobernanza que adoptan, de ese modo, suelen ser ad hoc, caso a caso, según el interés y gusto de cada familia, aunque todas tienden o tenderán, tarde o temprano, a los estándares internacionales vigentes.
Las pequeñas empresas, por último, ignoran en general las ventajas del gobierno corporativo y lo consideran para otra etapa de su desarrollo, excepto en las start-ups, que nacen con altura de miras.
Nuestro compromiso es el de difundir a todos los niveles y tipos de empresas de nuestro país, a través de sus directores, los principios básicos del gobierno corporativo, a la vez que colaborar con su traducción a los niveles en los que cada empresa se ubique. Este es el principal aspecto novedoso que hemos volcado en nuestro nuevo Programa DEF que nace en este 2023. Esperamos hacerlo de una manera que le sea útil a nuestra comunidad profesional. ¡Los esperamos!