Para comprender qué tipo de perfiles eligen los accionistas al buscar directores empezaré mencionando las principales responsabilidades del Directorio. Tradicionalmente, los Directorios se centran en las áreas duras de las compañías: balances, márgenes, resultados, hoy, y sobre todo luego de la pandemia, se observa la necesidad de darle más tiempo a temas de valores, cultura, motivación, incentivos, propósito.
La primera y más importante responsabilidad consiste en cuidar los intereses de la empresa y los accionistas, y asegurar un crecimiento rentable y sostenible a largo plazo. Para lograrlo, el directorio debe colaborar estrechamente con el CEO de la empresa para definir la mejor estrategia, y supervisar su implementación, apoyando al CEO en todo el proceso. El Directorio debe estar sobre todo mirando al futuro, más que revisando en presente.
Una de las responsabilidades fundamentales del directorio es asegurar la sucesión tanto en el propio directorio como del CEO. Para ello, se deben establecer procesos de selección sólidos y transparentes que evalúen de manera sistemática el talento interno y externo de la compañía.
La gestión integral de riesgos es otra función clave. Estos riesgos incluyen no solo los financieros, sino también los relacionados con la reputación, la seguridad informática, el cuidado del medio ambiente, la salud, entre otros. El directorio debe equilibrar el riesgo que está dispuesto a asumir, establecer cómo se mitigará, y evaluarlo haciendo un buen balance para no perder oportunidades de negocio. También es responsabilidad del directorio asegurar el cumplimiento de todas las leyes, regulaciones y normativas vigentes.
Hoy se espera que el directorio pueda captar y entender las expectativas que la sociedad tiene respecto de la empresa y el impacto que su actividad tiene en la misma. Por lo tanto, desempeña un rol fundamental en la elaboración y establecimiento del propósito de la empresa y en asegurarse de que este propósito derrame y se extienda al resto de la organización. Los temas de ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) adquieren hoy mucha relevancia en las decisiones, y los inversores cada vez más exigen que el directorio atienda estos asuntos e impulse y promueva que los ejecutivos tomen acciones concretas al respecto.
Como dijo un renombrado consultor, el Directorio debe actuar como el piloto de un avión en vuelo: volando lo suficientemente bajo como para ver que está pasando en tierra pero lo suficientemente alto como para evaluar la totalidad del panorama, dejando que el management dirija la empresa.
A partir de estas principales responsabilidades del directorio, los accionistas buscan los siguientes atributos al nominar nuevos directores. En primer lugar, mencionaré las capacidades técnicas/duras:
Un impecable recorrido por el mundo corporativo, es decir, experiencia ejecutiva exitosa, especialmente como CEO. Sin embargo, en los últimos años, dado que el código de buen gobierno corporativo exige diversas competencias, ha aumentado el número de directores que provienen de niveles inferiores al de un CEO, aportando su experiencia funcional o el conocimiento en sectores o industrias específicas.
También se requiere conocimiento del trabajo en directorios, aunque recientemente ha habido demanda de personas sin esa experiencia.
En casi todos los casos, se considera necesario contar con una buena base de conocimientos financieros, especialmente para aquellos que no tienen esa formación o no provienen de esa función. De hecho, la falta de este conocimiento financiero es una de las razones fundamentales por las cuales a muchas mujeres les cuesta acceder a un directorio.
Al incorporar nuevos directores, los accionistas buscan acelerar el aprendizaje en áreas pendientes, como recursos humanos, la internacionalización de sus actividades, transformación cultural y digital, acceso a los mercados de capitales, gestión integral de riesgos, entre ellos riesgos informáticos y de ESG, y hoy en día temas relacionados con la experiencia del cliente. Por lo tanto, los perfiles buscados deben contar con alguna de estas especialidades, dependiendo de que capacidades le falta al directorio.
La experiencia en manejo de crisis también es muy valorada en la búsqueda de directores, sobre todo a partir de la pandemia.
Hay mucha demanda de experiencia legal y/o contable-financiera, siendo esta última especialmente relevante para presidir el Comité de Auditoría. Por otra parte, cada vez se requiere una mayor actualización en tecnología y comprensión de las nuevas tendencias de consumo.
En algunos sectores, especialmente en el financiero, los reguladores establecen normas y criterios sobre quiénes pueden ser nombrados directores, lo que reduce significativamente el número de candidatos posibles.
Entre las competencias "blandas", hoy más buscadas que nunca, se pueden mencionar las siguientes:
Pensamiento estratégico: comprender hacia dónde se dirige la compañía y la capacidad de anticiparse a los cambios.
Capacidad para manejar la complejidad: ser capaz de lidiar con múltiples variables simultáneamente, ser intelectualmente flexible y capaz de pensar de manera innovadora y abierta.
No tener aversión al riesgo: tener la capacidad de asumir riesgos calculados y no perder oportunidades de negocio.
Reputación intachable: el director es un representante y embajador de la compañía, por lo que su integridad debe ser absoluta.
Tener criterio de buen hombre de negocios: saber que su compromiso es 100% con el interés de la compañía y no solo con el accionista que lo designó.
Capacidad de influencia: ser una persona que busca el consenso sin protagonismo, con una personalidad componedora. Ser consciente de que es parte de un equipo y no el CEO de una empresa, donde la última decisión recae en él. Debe saber escuchar diferentes opiniones y dialogar con sus colegas. Seguridad en sí mismo, sin ser el centro. No se trata de ganar la discusión, no se trata de disenso, sino de buscar la mejor solución posible. Por lo tanto, también es necesario tener habilidades de oratoria y haber desarrollado el lenguaje para lograr empatía, establecer relaciones interpersonales fluidas y comunicarse de manera efectiva, pero al mismo tiempo ser firme en las argumentaciones.
Por último, el director independiente tiene que mantenerse constantemente actualizado en cuanto a sus conocimientos, sus habilidades y a su comprensión de la empresa, así como del entorno en el cual desarrolla sus negocios, por ello tiene que tener suficiente tiempo para dedicarle.
Resumiendo, un buen director tendrá entonces que poder desafiar al management, para que no se quede con las respuestas tradicionales; tener visión de largo plazo; entender los riesgos, aunque eso hoy esté exagerado, el tema está para quedarse; cuidar por los intereses de los accionistas, y ser un impulsor y guía en temas de cultura, valores y personas.