Frase que nos ha llegado desde épocas más monárquicas...

Un personigrama nos revela relaciones que poco tienen que ver con las que nos llevaría a pensar un organigrama formal. Pero además de cualquier herramienta siempre útil, la observación de reuniones y grupos nos conduciría a identificar al monje negro – una expresión más clerical que la del título. Pero siempre nos referimos al mismo individuo: una persona que tiene un poder y una influencia que no se condicen con su posición formal en el grupo, en la organización.

Muchos piensan que el estudio de la gobernanza propone modelos teóricos, alejados de la realidad. Error: se proponen paradigmas, ideales. Pero su mayor valor está en la aplicación práctica, en la guía y la brújula que nos permite recorrer el camino desde la mas cruda realidad hacia el ideal.

Esa figura poderosa que a veces solo se percibe en las sombras es la clave para entender la dinámica del poder real y la influencia sobre distintos miembros de la organización. A veces asesor, a veces consultor, a veces sin cargo y lejos del primer nivel de decisión, a veces un director borroso, a veces un presidente honorario.

Los mecanismos, los sistemas, los procesos de gobernanza pueden ignorar a su riesgo esa persona que incide decisivamente en el líder de la organización. La praxis debe tomarlo en cuenta.

¿Qué debe hacer un director formal ante la aparición de ideas, propuestas, prejuicios que manifiestamente no son de la autoría de sus colegas en el Directorio?

Lo que no debe hacer un director es ignorarlos con el argumento endeble de la formalidad de la LGS. Si la única verdad es la realidad, un aristotélico se abocará a resolver la situación fáctica con una fuerte dosis de Realpolitik.

Actuar con inteligencia frente a esta fuente de iniciativas requiere tomar ágilmente en cuenta sus argumentos y evaluarlos con cuidado; tanto como las consecuencias de tomar un camino dado por la aceptación de ese aporte. En las organizaciones no buscamos la verdad científica, sino queremos encontrar soluciones que aporten valor. Aprovechemos con apertura todo aporte que llegue a la mesa del Directorio.

Ahora bien, como en todo campo de lo humano, sincerar las situaciones, transparentarlas, es la mejor opción para que una organización funcione de la manera mas constructiva que sea posible.

Lo que menos queremos en las empresas es que existan brujos soplándoles sus discursos al presidente que habla desde el balcón.