Newsletter IGEP | Año 1 | N° 5 - Agosto 2020
La hora del protagonismo.
La última semana de julio (el miércoles 29), los 4 CEOs de los gigantes digitales Amazon (Jeff Bezos), Facebook (Mark Zuckerberg), Google (Sundar Pichai) y Apple (Tim Cook) se presentaron EN PERSONA ante la Comisión de Justicia del Congreso de los EE.UU. y debieron responder ante acusaciones de abusos de posiciones dominantes y prácticas monopólicas durante más de 5 horas.
Inmediatamente me vino la siguiente reflexión: esto habría sido impensado en la Argentina. Jamás ese nivel de ejecutivos iría a responder en persona. Mandarían a su abogado. Pero el Congreso quería hablar con ellos, no con sus abogados, y ellos se presentaron y se defendieron. Son algunos de los hombres de negocios más importantes del mundo entero, obviamente. Y le mostraron a la dirigencia política y a todo el público de sus países y del resto del mundo cuánto les importan sus negocios, por qué creen en ellos y cuánto confían en lo que sus miles de empleados están haciendo.
Esta presencia en primera persona de los principales líderes de negocio es insustituible en algunas circunstancias. Obviamente implica riesgos altísimos: un error de improvisación se paga carísimo. Pero, ¿acaso las decisiones de negocios que estos directivos toman a diario, no implican también altísimos riesgos? Este es solo un riesgo más. ¿Por qué no habría que afrontarlo si, como todo riesgo empresario, paga con creces, si está bien administrado?
Más allá de este caso tan reciente de desconocidas consecuencias aun, la defensa pública de los negocios es una de las tareas que nos corresponde a los directores y directoras como personas de negocio. Porque la presencia en primera persona genera legitimidad ante la opinión pública, responsividad y, cuando los problemas afloran, capacidad de influir positivamente en su resolución.
Nuestra cultura empresaria local es muy contraria a esta actitud de apertura, salvo muy pocas excepciones destacadas. Se suele pensar que todo será mejor si lo resolvemos tras bambalinas, con los funcionarios mano a mano, pero sin el público observando. Independientemente de las instancias de negociación que impliquen las resoluciones de conflictos de cualquier tipo, donde tendrán ocasión de destacarse nuestros abogados y expertos, hay también una instancia pública en la cual el empresariado debe dar la cara, hablar con su propia voz y participar de la comunicación frente al público. Una cosa no quita la otra.
La Argentina está sumida hoy en un mar de incertidumbre nunca visto por nuestra generación. La crisis de 2002 fue tan grande como ésta, quizá, pero esta es la segunda en solo 20 años, lo que nos hace caer en la cuenta de que no fue única e irrepetible como esperábamos, sembrando más dudas aun sobre el futuro. Nuestro deber en esta hora es plantearnos si quienes formamos parte del empresariado y los directorios de empresa somos víctimas de una clase política que siempre nos conduce a crisis que no nos dejan hacer nuestros negocios en forma más previsible o si, en cambio, somos cómplices por no tomar el lugar que nos corresponde en la opinión pública, para defender nuestro negocio y generar una valoración positiva de las empresas por parte de una sociedad que desconfía de nosotros, de modo tal que pueda ofrecerse resistencia ante los desmanejos políticos.
Nuestras responsabilidades como personas de negocio están destinadas al bien de los negocios que nos confían. Pero también tenemos responsabilidades como padres de familia, por ejemplo, y no se nos ocurre abandonar éstas para cumplir con aquellas. Buscamos la manera adecuada de cumplir con ambas de modo equilibrado: allí se debe ver nuestro talento. Del mismo modo, cumplir con nuestras responsabilidades ciudadanas, que en nuestro caso particular, están relacionadas con el rol social que cumplimos como hombres y mujeres de empresa, tampoco puede quedar de lado con el argumento de que primero debemos cuidar de nuestros negocios. Pensar así ha provocado en gran parte esta pobreza en la discusión pública que ha arruinado nuestra vida en común como sociedad hasta niveles que no imaginábamos y con los que no podemos seguir conviviendo.
Con estas premisas polémicas vamos a enfrentar nuestra Convención Anual el próximo 30 de setiembre en un webinar. Creemos que es hora de salir a defender los valores del emprendimiento privado y la libertad de los negocios, pues enfrentamos un riesgo socio-político muy alto. ¿Tenemos los talentos adecuados? La verdad, no creo que esto sea lo más importante a esta altura. Confiemos en nuestra capacidad y pongamos manos a la obra.