Si bien es un fenómeno con el que los argentinos estamos altamente familiarizados, la alta inflación tiene diferentes impactos que un buen directorio debe poder compensar. Ante todo, es importante entender que estamos refiriéndonos a “alta inflación” y no solo a “inflación”. Tras la pandemia, en buena parte del mundo se vivió un fenómeno inflacionario de una magnitud desconocida desde la crisis del petróleo de fines de los ’70. Nuestro gobierno se sumó a la ola de excusas en la atención de la pandemia, pero los niveles de inflación que mostró y sigue mostrando la Argentina exceden en tanto los niveles internacionales que está claro que aquí se trata de “multicausalidades” diferentes.

Los efectos más acuciantes de la alta inflación sobre las empresas son los que hacen al manejo financiero del capital de trabajo y la tesorería y al manejo de los precios de venta. Estos ajustes requieren de una sintonía a la vez muy fina y en alerta permanente, ya que sus descuidos tienen efectos devastadores sobre la rentabilidad. La atención de estas dos variables es una clave de las gerencias financiera y comercial, las que requieren de una supervisión por parte del Directorio que sea adecuada y acorde al altísimo riesgo involucrado en una mala gestión de cualquiera de ellas.

Sin embargo, existen otras dimensiones que la alta inflación debe despertar en un Directorio profesional atento. La alta inflación deteriora por completo la nominalidad y, con ella, todos los informes que un directorio debe analizar para tomar decisiones adecuadas. Los estados contables son los primeros afectados, pero también lo son muchos de los KPIs. Y la adecuación “deflacionada” de las series de datos no es un proceso trivial que nos devuelva a la situación normal sin más. Los distintos índices elegidos y utilizados pueden generar resultados muy distintos que nos lleven a decisiones diferentes. Y la multiplicación de indicadores y ajustes de diversa índole muchas veces influyen en los directores de manera paralizante, confundiéndolos hasta el punto de dejar de lado la atención estratégica y sucumbir ante la coyuntura. En alta inflación, las distorsiones son tan influyentes en términos porcentuales que el temor de decidir ante opciones contradictorias de semejante magnitud puede conducir a la mera imitación de otros o a la cesión implícita a las gerencias de decisiones que son verdaderamente estratégicas.

En este número del Newsletter, hemos pedido a un grupo de expertos que nos provean de un marco que ayude a los directores a manejarse en contextos tan acuciantes y complejos. Esperemos que les sea de ayuda a los miembros de nuestra Comunidad.