Las organizaciones, con independencia de si tienen fines de lucro o no, y de las características técnicas de sus figuras societarias, suelen tener tres niveles de gobierno: la asamblea de accionistas u órgano similar (Propiedad de la empresa), el Directorio o Junta Directiva (Gobierno y Administración de la empresa) y la gerencia o management (Ejecución y Gestión cotidiana del negocio). La Gobernanza puede definirse como el “gobierno de las organizaciones”. En el caso de las empresas, hablamos de “Gobierno Corporativo”. La OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) ha desarrollado una definición de gobierno corporativo ilustrativa y enfocada: “El gobierno corporativo define la forma de relacionamiento entre el equipo ejecutivo, el directorio, los accionistas y los demás grupos de interés de la empresa”. En este sistema de relaciones establecidos por la OCDE, el Directorio o Junta ocupa un lugar singular, constituyendo el corazón del mismo. El Directorio así es una institución, y, al mismo tiempo, un instrumento clave del gobierno corporativo. El gobierno corporativo es una actividad cada vez más compleja y multidimensional que requiere una visión y una comprensión integral de la organización y de la empresa, y de sus actividades y negocios específicos. Cada vez se espera más del órgano de gobierno, y se le exige más. En la definición anterior de la OCDE vemos la aparición de un cuarto jugador no previsto originalmente: los stakeholders o grupos de interés. Esto no es más que la consecuencia de la evolución y transformación del capitalismo. En efecto, desde un original capitalismo de shareholders (dueños), el mundo de los negocios ha ido mutando hacia un capitalismo de stakeholders (interesados), donde no basta con maximizar el resultado para el accionista, sino que se debe asegurar la sustentabilidad de la empresa y satisfacer las necesidades de los grupos de interés, sobre los cuales no puede decirse que haya “maximización” alguna. En efecto, se observa una expectativa de la sociedad cada vez más creciente por el cumplimiento de obligaciones y acciones por parte de los empresarios y empresas, por ende, también sobre los Directorios. Esto en todos los alcances: local, nacional, regional y global. Veremos a continuación cómo esto provoca un impacto y una oportunidad también en la empresa. Un ejemplo es el impacto de la mutación del concepto de autoría en el derecho penal. Tradicionalmente se penaba a quien causaba el resultado dañoso, esto es el ejecutor del hecho. En la actualidad, cada vez más se pone el foco en quien omite cumplir los deberes o regulaciones a su cargo, sancionándose así al garante (Directorio) que debió evitar el resultado. Por otro lado, los stakeholders están profundizando su influencia en la conducción de las empresas, incluso por vías novedosas. Así, algunos están tratando de influir en la elección de los miembros del directorio, llegando en algunos casos a convertirse en accionistas y votar como tales en la elección de autoridades de la empresa. Tenemos así el caso muy reciente de dos fondos ecologistas (Follow This y Arjuna Capital), que se han convertido en accionistas de ExxonMobil, y, que al mejor estilo “Caballo de Troya”, están tratando de forzar en Estados Unidos, que el Directorio se comprometa con la transición energética y la reducción de la huella de carbono. Aparecen defensas de las empresas: el Directorio las ha denunciado para evitar que su propuesta climática se vote en la próxima reunión anual del grupo, que será en mayo, acusándolas de “agenda extrema”. La resolución del caso no siempre podría extrapolarse a otros países, porque dependerá de la regulación local sobre la autoridad de la Asamblea y de la Junta. Otro caso reciente es la relocalización de los oleoductos Enbridge Line 3 y Line 5 (llevan petróleo de Estados Unidos a Canadá). Una congregación de monjas (Hermanas de San José de la Paz), pequeñas inversoras en el banco Citi, en 2023 le enviaron un pedido formal al Board del banco para que realice la financiación de estos proyectos que, según dijeron, afectan a comunidades indígenas, al clima y la salud pública. El Citi le pidió a sus accionistas que no tuvieran en cuenta este reclamo porque no estaban financiando a este proyecto, y recordándoles que siempre le pedían a sus clientes el mayor compromiso con el cuidado del medio ambiente. Las monjas contraatacaron, enviando un documento al ente regulador, explicando que el Citi había financiado a la empresa Enbridge por muchos años y por mucho dinero, lo que le permitió encarar el proyecto cuestionado. El tema escaló en la opinión pública. Aparece una incipiente reacción: el Fondo Escolar Permanente de Texas (PSF en inglés), acaba de notificar a BlackRock, el fondo liderado por el CEO Larry Fink, que PSF desinvirtierá sus 8.500 millones de dólares en BlackRock, por su extremismo en el ESG (aspectos ambientales, sociales y de gobernanza), que se ha manifestado en una discriminación persistente y de largo plazo contra las inversiones de fondos en la industria del petróleo y gas de Texas.